Nayra fue la encargada, y como siempre le tocó sumergir su manita a ver lo qué encontraba en nuestra caja monstruosa.
Nos dijo que había algo muy fino.
Y efectivamente eran unas letras. Estuvimos diciendo que letras eran y formando algunas palabras, todas sin sentido, hasta que dimos con la palabra TUFO, EL NOMBRE DE NUESTRO MONSTRUO.
LUEGO LAS DESORDENÁBAMOS Y LAS VOLVÍAMOS A ORDENAR
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