Eduardo fue el encargado ese día y fue tocando los diferentes huecos de nuestra caja mágica misteriosa y monstruosa. Nos decía que habían cosas peluditas. Las fue sacando una a una y las fuimos contando.
Había una carta donde leímos que se trataban de monstruos silenciosos que querían estar en nuestro cole, pero que si gritábamos mucho, desaparecerían.
Todos y todas elegimos uno, hasta había uno para la maestra Mónica y otro para la maestra Isa, que Eduardo entregó ese mismo día.
¡QUÉ SIMPÁTICOS SON!
Le daremos mucho cariñito y hablaremos en susurro.
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